En general no se trata de un tratamiento de primera elección en casos leves, pero sí puede precisarse para enfermedades más agresivas y de mala evolución como los defectos epiteliales persistentes y resistentes a medicación tópica, la cirugía de pterigión recidivado, penfigoide y otras patologías de las mucosas, insuficiencias limbares, etc.
Se trata de un trasplante con menos riesgo que un trasplante corneal, prácticamente sin riesgo de rechazo debido a las cualidades de la membrana amniótica. Puede colocarse como injerto o como parche en función de la posición del mismo y ayudar al tratamiento de diversas patologías de la superficie corneal.